martes, 27 de diciembre de 2011

Gracias

Me encanta la sensación de bienestar que produce un comentario bonito de parte de una persona querida. Es maravilloso, y más aún cuando ni siquiera te lo esperas. 

El otro día me encontré con uno de estos comentarios inesperados en una situación atípica y la verdad es que me gustó mucho oírlo. Me gustó mucho, además, la situación en la que me sobrevino, cuando lo normal habría sido que quien me lo dijo estuviera pensando en otras cosas en lugar de en eso dadas las circunstancias. La cuestión es que, cuando alguien te dice que tus palabras le ayudan mucho, y lo dice con un cubata en la mano, sólo cabe una posibilidad: debe ser cierto. Y eso me hace sentir bien.

Ayudar a los demás me gusta, y si me importan, mucho más. Saber que eres capaz de ayudar a gente a la que quieres es un orgullo, y cada vez le estoy cogiendo más el gusto a hacerlo. Gracias a ello te pasan cosas como estas; te encuentras con comentarios felices que te alegran el día (o la noche en este caso), o acabas cenando unos deliciosos pastelitos de San Pardulfo en Nochenuestra, con vídeos que hacen llorar a uno de tus mejores amigos de felicidad incluidos.

Hace aproximadamente dos años que escribo este blog, muy poca gente sabe que lo hago y los que lo saben se han encargado de descubrirlo por sí mismos, así que si han vuelto a visitarlo más de una vez debe ser porque realmente les ha gustado. A todos vosotros, gracias. 

Yo, por mi parte, prometo seguir como hasta ahora que, por lo visto, no ha ido tan mal... :)




Y tú, ¿has sonreído hoy?

lunes, 19 de diciembre de 2011

Madrid

Hace años hice una promesa a una de mis mejores amigas y las promesas, al menos desde mi punto de vista, se hacen para cumplirlas. En el momento en el que realicé mi promesa parecía poco probable que lo prometido llegase a suceder algún día, pero hace sólo dos días llegó el momento de cumplir con mi palabra y, por supuesto, lo hice. 

El solo hecho de cumplir dicha promesa me ha proporcionado como consecuencia un fin de semana realmente inolvidable, con largos y maravillosos paseos nocturnos como no recuerdo haber tenido nunca bajo la fría Luna de Madrid en la mejor de las compañías posibles, una deliciosa cena en un lugar encantador al que prometo volver en un futuro cercano y una comida no menos placentera, desayunos en una cafetería digna de ser recordada por mucho tiempo en mi memoria o un concierto espectacular lleno de momentos inolvidables junto a una persona increíble que ya siento que han quedado grabados para siempre en mi retina. En definitiva, un sinfín de detalles inolvidables que han hecho que este fin de semana, que en principio pintaba aburrido y rutinario, se haya convertido en uno de los mejores momentos de mi vida en los últimos meses con muchísima diferencia y sin ningún género de dudas.

Todo esto no es sino la consecuencia de cumplir con la palabra dada, por supuesto siempre aderezado con una grandísima dosis de cariño impagable, un buen ron Santa Teresa de la mano de una amistad que desde luego (al menos por mi parte) es mucho más que especial, y una compañía inmejorable en cada momento. Cierto es que de un tiempo a esta parte me estoy dando cuenta de que muy a menudo me encuentro rodeado de gente que siempre supera mis expectativas depositadas en ellos de manera completamente generosa y altruista, y eso sólo significa una cosa: esa gente me hace feliz.

Precisamente durante uno de esos paseos maravillosos que nombraba anteriormente, escuché una frase de boca de esa persona que se ha encargado de hacer que el fin de semana sea algo casi perfecto, que decía que en las ciudades que visitas siempre hay que dejar algo por hacer, para así tener alguna excusa para volver. Por supuesto no hicimos todo lo que pretendíamos, así que habrá que ponerle remedio lo antes posible, pero eso no implica que no volviera a hacer todas y cada una de las cosas que hice este fin de semana las veces que hiciera falta y a ciegas si fuese necesario, sólo por el simple hecho de volver a sentir de nuevo todas esas fantásticas sensaciones que ya hacía tanto tiempo que no sentía y que he vuelto a revivir en estos últimos días. 

Gracias a las personas que se han encargado de ello durante estos tres días, sólo tengo un sentimiento ahora mismo en mi interior, felicidad, y ese es el más preciado de los tesoros.




Y tú, ¿has sonreído hoy?

jueves, 8 de diciembre de 2011

Nochenuestra

Como acabo de leer por ahí: "corren malos tiempos para los soñadores". ¡Cuánta razón encierran estas palabras!

Son malas épocas sin duda, malos tiempos para tratar de ser optimistas, no nos lo ponen fácil, la verdad. Sin embargo, como ya he afirmado en muchas otras ocasiones, creo que el optimismo no es más que una cuestión de actitud y me niego a que mis propias actitudes me vengan impuestas, por ahí no paso. Son fechas de tragar, pasar por el aro por imposición y sin poder rechistar, así que bien, pasaré pero a mi manera como bien decía Frank Sinatra, tomándome una cerveza al sol en Diciembre con la gente a la que quiero, desayunando en una gasolinera con mis mejores amigos y cantando el "Mack the knife" mientras conduzco en mi coche rumbo a un destino cargado de ilusión, porque eso y no otra cosa es lo que realmente me hace feliz.

Quedan pocos días para muchas cosas, para montarme mi pequeño oasis temporal en medio de ese horrible desierto psicológico que me abruma inevitablemente por estas fechas, para pasar tiempo en lugares diferentes y con gente muy querida, para almorzar en compañía de esos buenos amigos que están y de los que volverán para el almuerzo navideño y, sobre todo, para regalar una gran dosis de felicidad a un buen amigo de una vez por todas y para siempre en Nochenuestra, que es lo que de verdad importa.

Quizá no sean las mejores fechas para soñar, es cierto, pero también lo es que la Navidad está a la vuelta de la esquina y en estas fechas nos llenan la cabeza de pajaritos que nos cantan villancicos al oído, nos dicen que hay que amar al prójimo y que hay que desprender amor y fraternidad (algo bueno debía tener la religión después de todo), así que ¿por qué no hacerlo? Cierto es que no siempre recibes lo que das, pero creo que si te esfuerzas en dar por los demás, tratas de ser buena persona e intentas hacer feliz a la gente que de verdad te importa, inevitablemente debes sentirte bien y eso, a mi modo de ver, es uno de los primeros pasos a dar para poder ser feliz. Seámoslo pues...




Y tú, ¿has sonreído hoy?