Aunque quizá no mucha gente lo sepa, y de ellos quizá muy pocos lleguen a leer estas líneas algún día, creo que soy un gran soñador. A menudo me gusta imaginar cómo serán las cosas en el futuro y creer que algún día serán como las imagino en mi cabeza y la verdad es que a veces, quizá efecto Pigmalión mediante, vete a saber, acierto.
En los últimos días he disfrutado nuevamente de muy grata compañía, de esa compañía que tanto me gusta y tanto escasea últimamente por desgracia. Sentir un abrazo sincero, mantener una conversación amena y sentirse querido en definitiva, reconforta, máxime cuando existe reciprocidad. Cierto es que la idiosincrasia de la situación casi siempre es la misma o parecida y mejorable desde mi punto de vista, pero al menos esos momentos siguen alimentando el corazón y, aunque a la postre la despedida no sea la mejor posible, te alegran el fin de semana. Después, incluso algo tan frío como resulta ser la pantalla de un ordenador mostrando un gráfico inerte pero lleno de significado, puede terminar por rematar la faena, y entonces únicamente quieres que el tiempo vuele y ese mes lleno de tedio impagable que se vislumbra ante ti pase lo más rápidamente posible para beberte de nuevo un buen ron bien acompañado cuanto antes.
Hoy, casualidades de la vida quizá, me he topado con una gran frase de Voltaire que me ha hecho reflexionar, decía así:
"La felicidad nos espera en algún sitio, a condición de que no vayamos a buscarla."
Esta frase puede parecer aparentemente incongruente con el famoso "efecto Pigmalión" que nombraba anteriormente, pero bien mirada creo que viene a decir lo mismo. Yo creo que la única clave para conseguir un propósito es creer firmemente que sucederá, saber que va a pasar, aunque ciertamente algunos grandes deseos requieren también de un gran esfuerzo. Pero cierto es que la suerte no viene a ser más que la oportunidad aprovechada en la mayoría de los casos, lo que implica que no hay que forzar las situaciones de nuestro día a día en intentar conseguir nuestros grandes objetivos, más bien todo lo contrario, esperar a que se nos plantee la oportunidad cuando no depende de nosotros, y en ese momento actuar con inteligencia. Creo que no exagero cuando afirmo que algunos de los momentos más felices de mi vida se presentaron casi por sorpresa, con algún empujoncito de mi parte cuando fue necesario pero sin casi verlos venir.
Nuevamente me reafirmo en la idea de que la felicidad depende en gran medida de uno mismo, nos espera en cualquier sitio, no sabemos dónde, y quizá por eso mismo prácticamente en todos los casos nos pillará desprevenidos. Y cuando eso suceda, únicamente hay que aprovechar la oportunidad, abrir bien los brazos y acogerla como se merece, con un buen abrazo sincero que esta vez sea a ella a quien coja por sorpresa para que no pueda volver a escaparse.
Nuevamente me reafirmo en la idea de que la felicidad depende en gran medida de uno mismo, nos espera en cualquier sitio, no sabemos dónde, y quizá por eso mismo prácticamente en todos los casos nos pillará desprevenidos. Y cuando eso suceda, únicamente hay que aprovechar la oportunidad, abrir bien los brazos y acogerla como se merece, con un buen abrazo sincero que esta vez sea a ella a quien coja por sorpresa para que no pueda volver a escaparse.
Y tú, ¿has sonreído hoy?