Generalmente, se suele decir que las despedidas son tristes aunque, sinceramente, yo creo que no tienen por qué serlo.
Desde mi punto de vista, que siempre intento que sea lo más alegre y optimista posible (y parafraseándome a mí mismo), como ya dije hace algún tiempo en una de las frases que con más cariño he escrito en mi vida, quizá la que con más, a veces una despedida "sólo es el punto de partida de una nueva vida, un nuevo principio, una nueva oportunidad para ser feliz."
Obviamente esto no siempre es así, faltaría más, pero bien es cierto que casi siempre se puede extraer el lado positivo de cualquier experiencia, y las despedidas, a menudo, no son una excepción. Sin ir más lejos el Sábado pasado fui partícipe de una de esas despedidas que no lo parecen, de esas en las que te reúnes con los amigos de siempre, cenas en el bar habitual y sales por los locales cotidianos, pero en las que sin embargo te encuentras regalando montajes fotográficos y tortas de cebolla al despedido y a medida que avanza la noche te das cuenta de que la cosa iba en serio, de que se va, de que tu amigo se marcha y no sabes cuándo volverá, !de que ni siquieras sabes si volverá!
Y entonces, a altas horas de la madrugada, embriagados todos por las consecuencias de los destilados espirituosos, surgen recuerdos comunes del pasado, risas y anécdotas a cada cuál más absurda y divertida pero todas reales que te hacen dibujar una amplia sonrisa en tu cara.
Y con esas cosas es con las que te quedas, con las que incitan a ver venir lo inevitable en amor y compaña y entre risas, con las cosas que convierten las despedidas en algo alegre y retan a los malos momentos a asomarse sabiéndose vencedoras, con las que tienes la certeza que en un futuro serán las protagonistas de nuevos momentos en los que se las recordará a ellas entre nuevas carcajadas y, seguramente, rodeado de las mismas caras conocidas que hoy son protagonistas.
El tiempo pasa y es absurdo no querer aceptarlo. Poco a poco las cosas van cambiando; unas cosas terminan y empiezan las que las suceden, algunos vienen y otros se van mientras el resto sigue haciendo sus cosas con la mejor predisposición posible, así ha sido siempre y así lo seguirá siendo mientras el mundo sea mundo, no tiene sentido tratar de negarlo. Hoy un buen amigo mío se va, seguramente no nos veremos en algún tiempo pero, cuando nos reencontremos, no importa el lugar, recordaremos esa despedida como lo que fue, algo feliz, y veremos que lo que importa en realidad poco ha cambiado desde entonces. Espero que por tu nuevo destino todo te vaya a pedir de boca y la felicidad y alegría te rodeen allá por donde vayas, mi querido y pequeño amigo. Yo, por si acaso no volvieras, ya estoy empezando a aprender alemán... ;)
Y tú, ¿has sonreído hoy?
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