lunes, 26 de septiembre de 2011

Santa Teresa

Hay personas que sólo con estar cerca de tí un rato te alegran el dia, o el fin de semana incluso. Y lo mejor de todo es que ni siquiera deben proponérselo ni esforzarse para conseguirlo. Únicamente con estar cerca de tí, hablar contigo un rato y tomarse un buen ron Santa Teresa en tu compañía ya lo consiguen, y cuando eso sucede, amigo mío, créeme que te sientes verdaderamente feliz. Es maravilloso poder sentir esa sensación de vez en cuando, pero sobre todo es maravilloso poder sentirla cuando te apetece, y más si cabe con la persona con quien te apetece hacerlo.

Hoy siento una especie de morriña (aunque quizá añoranza sea en este caso el término más apropiado) de tiempos pretéritos, tiempos llenos de momentos felices que se estan convirtiendo en algunos de mis recuerdos más queridos con el paso del tiempo, ganando en cantidad de matices, en intesidad y en variedad de sabores, como el buen vino. Debe ser que el recordarlos tan a menudo potencia sus buenas cualidades, no lo sé, el caso es que en dias como hoy los echo de menos y siento en parte que los necesito un poco. Por suerte sé que están ahí, en mi cabeza, y que de ahí nadie nunca los podrá sacar.

Tengo ahora mismo esa extraña sensación de que las cosas a mi alrededor van a cambiar pronto, noto que el mundo que me rodea, mi mundo más querido e íntimo, va a cambiar profundamente de un momento a otro, no sé por qué. Debe ser que ha llegado el otoño y ha revolucionado las cosas más que la misma primavera si cabe, vete a saber. Es en dias como hoy cuando mi cerebro imagina, se deja llevar y se pierde en su propia imaginación, que no es poca, y se inventa un mundo nuevo que termina creyéndose él mismo y en el que es feliz y todo cuanto nos rodea es aquello que siempre hemos deseado. No sé hacia dónde irán los nuevos caminos que, por mera intuición, creo que se van a abrir ante nosotros dentro de muy poco. Me encantaría pensar que el futuro nos deparará un buen destino, porque además creo que lo merecemos. Aunque por si acaso eso no sucediera, yo tendré siempre preparado un poco de hielo, dos grandes copas y una buena botella de buen ron para compartir, que eso, pase lo que pase y con la compañía adecuada, siempre será garantía de felicidad.




Y tú, ¿has sonreído hoy?

domingo, 11 de septiembre de 2011

Luna llena

Algo tendrá el agua cuando la bendicen. Por supuesto, cuando se encuentran tantas buenas cualidades dentro de un envoltorio tan bonito todo el mundo lo quiere para él, y ahí es cuando surgen los conflictos. Y me refiero a conflictos de todo tipo, desde la carrera de a ver quién puede más, hasta el conflicto interno derivado de que cerebro y corazón parezcan ser independientes, y no contentos con eso además parece que cada uno puede hacer lo que quiere y muy a menudo no es sencillo hacerlos coincidir.

No diré que la de ayer fue una mala noche, porque no lo fue, ni buena, porque no lo fue, pero desde luego no fue una noche más. Fue extraña, llena de momentos raros y mucho tiempo pendiente de cosas que no debería y que preferiría no haber visto. Pero bueno, fue lo que fue y lo que ya ha sido otras veces en el pasado y la verdad es que ya empiezo a cansarme un poco de esta historia recurrente. Quizá fuera la Luna llena, que siempre influye, o quizá el buen hacer del resto, que ahí está, pero el caso es que entre los kilómetros de distancia que nos separan y los fines de semana relámpago con todos sus inconvenientes, siento que la cabeza me va a estallar (otra vez).

En fin, no puede uno lamentarse de no haber obrado con mayor acierto cuando no sabe hacerlo, de la misma manera que no puede recriminarle nada a un buen amigo por haberlo hecho mejor. La vida es una y aquí el que no corre vuela. Lástima no saber volar mejor, sobre todo cuando luce Luna llena...




Y tú, ¿has sonreído hoy?

jueves, 1 de septiembre de 2011

Torta de cebolla

Generalmente, se suele decir que las despedidas son tristes aunque, sinceramente, yo creo que no tienen por qué serlo.

Desde mi punto de vista, que siempre intento que sea lo más alegre y optimista posible (y parafraseándome a mí mismo), como ya dije hace algún tiempo en una de las frases que con más cariño he escrito en mi vida, quizá la que con más, a veces una despedida "sólo es el punto de partida de una nueva vida, un nuevo principio, una nueva oportunidad para ser feliz."

Obviamente esto no siempre es así, faltaría más, pero bien es cierto que casi siempre se puede extraer el lado positivo de cualquier experiencia, y las despedidas, a menudo, no son una excepción. Sin ir más lejos el Sábado pasado fui partícipe de una de esas despedidas que no lo parecen, de esas en las que te reúnes con los amigos de siempre, cenas en el bar habitual y sales por los locales cotidianos, pero en las que sin embargo te encuentras regalando montajes fotográficos y tortas de cebolla al despedido y a medida que avanza la noche te das cuenta de que la cosa iba en serio, de que se va, de que tu amigo se marcha y no sabes cuándo volverá, !de que ni siquieras sabes si volverá!

Y entonces, a altas horas de la madrugada, embriagados todos por las consecuencias de los destilados espirituosos, surgen recuerdos comunes del pasado, risas y anécdotas a cada cuál más absurda y divertida pero todas reales que te hacen dibujar una amplia sonrisa en tu cara. 
Y con esas cosas es con las que te quedas, con las que incitan a ver venir lo inevitable en amor y compaña y entre risas, con las cosas que convierten las despedidas en algo alegre y retan a los malos momentos a asomarse sabiéndose vencedoras, con las que tienes la certeza que en un futuro serán las protagonistas de nuevos momentos en los que se las recordará a ellas entre nuevas carcajadas y, seguramente, rodeado de las mismas caras conocidas que hoy son protagonistas.

El tiempo pasa y es absurdo no querer aceptarlo. Poco a poco las cosas van cambiando; unas cosas terminan y empiezan las que las suceden, algunos vienen y otros se van mientras el resto sigue haciendo sus cosas con la mejor predisposición posible, así ha sido siempre y así lo seguirá siendo mientras el mundo sea mundo, no tiene sentido tratar de negarlo. Hoy un buen amigo mío se va, seguramente no nos veremos en algún tiempo pero, cuando nos reencontremos, no importa el lugar, recordaremos esa despedida como lo que fue, algo feliz, y veremos que lo que importa en realidad poco ha cambiado desde entonces. Espero que por tu nuevo destino todo te vaya a pedir de boca y la felicidad y alegría te rodeen allá por donde vayas, mi querido y pequeño amigo. Yo, por si acaso no volvieras, ya estoy empezando a aprender alemán... ;)




Y tú, ¿has sonreído hoy?