viernes, 3 de agosto de 2012

Diversidad

Muchas veces no entiendo a la gente. En honor a la verdad, diré que también hay ocasiones en las que es cierto que soy yo quien no se hace entender por el gran público. Aunque eso, por lo general, me trae sin cuidado. 

No entiendo, por ejemplo, por qué hay quien va al gimnasio y se sube a simular que hace lo que sea que se haga en una bicicleta elíptica ataviado con riñonera y las gafas de sol a modo de diadema en la cabeza, saca el móvil, whatsappea tres minutos mientras le da a los pedales, lo guarda de nuevo en el bolsillo de sus riñones y se baja satisfecho de pensar que ha hecho deporte un rato. Quizá penséis que exagero, pero lo he vivido hoy en primera persona. Imagino que el motivo debe ser que cada cual es como es aunque intente disimularlo. La verdadera esencia de las personas no se puede ocultar y quien no es deportista por naturaleza nunca conseguirá hacer deporte de un modo natural. De la misma manera, una persona poco cariñosa no se sentirá cómoda dando un cálido abrazo a su amigo, o alguien tímido no se encontrará a gusto contando un chiste en público. Creo que no se puede luchar contra la esencia de cada uno, y eso es algo que considero que hay que tener siempre presente y bien cuidado.

Está muy trillado eso de que hay que aceptar a cada cual como es, pero es que creo que no hay otra manera de que las relaciones, la amistad, la convivencia, en definitiva la vida, funcione correctamente. La diversidad es necesaria, empezando por la genética y terminando por los canales de televisión, sin diversidad convergemos, nos clonamos unos a otros, vemos siempre lo mismo, no avanzamos y nos aburrimos. Y el aburrimiento es horrible. Por eso yo no quiero aburrirme. Quiero salir de casa y saber que puedo beberme una cerveza bien fría con un buen amigo o tomarme un té muy caliente con mi colega turco, salir de fiesta hasta caer rendido o pasar largas horas hablando tranquilamente de cine y literatura, quedarme un día encerrado en casa haciendo la merienda o irme a un pueblo de Teruel a rodar una película con cuatro amigos por puro placer aunque muramos de frío. Porque la diversidad enriquece, nos enseña, nos hace aprender y descubrir y nos alimenta constantemente.

Yo, personalmente, me niego a dejar de alimentarme. Quiero seguir aprendiendo de las personas, descubriendo y empapándome de quien desee compartir un ratito de sus rarezas conmigo, porque a la larga, todo eso junto, creo que es un regalo impagable.




Y tú, ¿has sonreído hoy?

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