martes, 31 de enero de 2012

Buen jamón

Admiro a la gente que se esfuerza por hacer lo que le gusta en la vida, independientemente de que lo consigan o no. Pero admiro mucho más a los que en su afán por realizar sus sueños hacen felices a más gente, aquellos que entienden que el fin último del ser humano no es otro que el de ser feliz y hacer feliz a los demás. Algo tan simple y tan difícil al mismo tiempo.

Lamentablemente, por regla general sólo tendemos a tomar consciencia de ello tras pasar por alguna situación traumática o bastante complicada en nuestra vida, y eso es una pena. Ayer descubrí la historia de una persona que dedica su vida a intentar ayudar a la gente a través de su música, y la verdad es que me impresionó sobremanera. Seguramente su vida y su propia perspectiva de las cosas estén tremendamente influenciadas por la infancia que le tocó vivir, pero no creo que sea necesario sufrir un derrame cerebral a los 11 años y convertirse 12 años después en nº1 de la lista de discos más vendidos del Reino Unido para llegar a ver las cosas con esta perspectiva. Todos sabemos que lo único que queremos al fin y al cabo es disfrutar de la vida y ser felices, sólo que a veces nos despistamos con nuestro trabajo, nuestros estudios o tratando de prevenir nuestros propios miedos o preocupaciones, es inevitable. Recapacitemos un poco de vez en cuando, que nunca está de más.

Está claro que a veces las cosas nos asustan, nos desconciertan o nos generan incertidumbre, sobre todo cuando suponen un cambio en nuestra vida, y eso puede provocar una cierta inseguridad en nosotros mismos e incluso en las personas más cercanas de nuestro entorno. Pero no debemos olvidar que los cambios muchas veces son para bien y, sobre todo cuando llegan a raíz de nuestro propio esfuerzo seguro que a la larga nos generarán una gran satisfacción personal. Por eso, sé que dentro de un tiempo estaremos celebrando ese nuevo trabajo que empieza en una nueva empresa, o la firma de ese contrato de alquiler que nos asusta porque es algo nuevo y desconocido, pero que sabemos que nos va a proporcionar una mucho mejor calidad de vida. De eso no me cabe duda.

Yo también tengo mis propios gustos y propósitos en la vida, faltaría más, pero es cierto que algunos de ellos vienen condicionados por otros factores y aún debo pelear un poco más de tiempo para conseguirlos. De momento, esta misma noche de hecho, me voy a dedicar a satisfacer mis deseos más básicos y primarios (que no por ello menos placenteros) a golpe de buen jamón, vino tinto y la mejor compañía posible en la noche de hoy (no voy a negar que me gustaría contar con alguna presencia imposible esta noche), que seguro que eso, en vista de los resultados obtenidos en ocasiones anteriores, nos proporciona a todos un poquito más de felicidad...




Y tú, ¿has sonreído hoy?

martes, 10 de enero de 2012

Apariencias

No soy persona de aparentar cosas que no son, pero a veces es inevitable hacerlo. Y eso me da mucha rabia.

Es inevitable hacerlo porque hacer lo que uno quiere, sobre todo cuando tus deseos conciernen a quien tienes sentado a tu lado en ese momento, puede suponer un punto de inflexión importante y, cuando quieres a esa persona, aunque te apetezca más que nada en el mundo hacerlo, a veces toca aparentar lo contrario. Y eso me da mucha rabia porque no me gusta aparentar lo que no es, pero quizá por miedo (porque a veces asusta), quizá por algún tipo de absurda sensatez que ni yo mismo alcanzo a entender o sabe Dios por qué, a veces lo hago. Y eso no me gusta.

En cualquier caso, dije hace poco que este año me daba buenas vibraciones y lo mantengo. Porque aparte de esos momentos puntuales que, en contra de lo que pueda parecer, los echo muchísimo de menos cuando no los tengo, y algún otro que no merece si quiera mención, en estos a penas 10 días he tenido bastantes buenas sensaciones. Empecé el año en la mejor de las compañías posibles, bebiendo zumo recién exprimido y brindando con cava y felicidad, recibiendo alguna que otra buena noticia al poco tiempo que ya tardaba demasiado en llegar y con grandes esperanzas en la cabeza, y lo estoy continuando con abrazos de madrugada que me siguen haciendo feliz, con buenos momentos abrazado a la almohada por la mañana y con la sensación de que por fin las cosas se mueven un poco. Espero que sigan haciéndolo en el buen sentido un tiempo más.

No es fácil a veces hacer que las cosas cambien, y en esas estamos, intentándolo. Aunque como ya dije hace tiempo, y cada vez más creo que así es, si lo fuera quizá no valdrían la pena...




Y tú, ¿has sonreído hoy?

lunes, 2 de enero de 2012

2012

No es fácil expresar las cosas como quiero hacerlo hoy, a ver si soy capaz.

Acaba de terminar 2011, un año (como bien pude vislumbrar hace ahora ya doce meses) sin fuste alguno para mí y con muy pocos alicientes a priori. Un año en el que sinceramente, si repaso mentalmente los acontecimientos de mi vida que en él sucedieron, creo que no sería capaz de calificar claramente ninguno como bueno, más bien todo lo contrario. Y todo esto después de 2010, un año en el que disfruté de la vida de una forma que nunca imaginé que podría llegar a hacerlo. De hecho los mejores recuerdos que conservo de este año que acaba de irse son prácticamente todos de sus últimos meses y, curiosamente, casi todos de la mano de esa persona que se encargó de hacer de 2010 un año inolvidable. Por algo será, imagino.

No es un disparate pensar que quien te importa sea quien debe hacerte feliz, aunque por desgracia no siempre sea eso lo que sucede. Y por eso mismo yo lo soy. Soy feliz porque me siento querido por las personas que de verdad me importan, porque, aunque parezca una estupidez, una partida improvisada de dominó para dos personas puede llegar a hacerme inmensamente feliz, porque soy consciente de lo que tengo en mi vida y lo valoro, pero por encima de todo porque, aunque con alguna ausencia más que significativa, las cosas como son, he despedido lo que para mí no ha sido un buen año al lado de esas personas que me hacen serlo.

Si he de ser sincero, me cuesta recordar el momento de la entrada del año pasado y, para más inri, todo lo que me viene a la cabeza no son precisamente recuerdos gratos. Sinceramente no creo que eso me vaya a suceder nunca con esta entrada de año, y no lo digo por las canciones repetitivas que te emborrachan o los licores de chorizo precisamente, que también podría, si no por la forma en cómo se fue un mal año y cómo empezó el nuevo, porque las conversaciones gratas a media tarde siempre son gratas, porque la primera felicitación y el primer beso del año fueron los que fueron, porque el primer abrazo y el primer brindis también lo fueron y porque algo me dice que este año, no sé por qué, no va a ser un año más en mi vida.

No sé qué sorpresas me esperan a lo largo de estos nuevos doce meses, pero yo personalmente me voy a encargar de descubrirlo a partir de ahora mismo.




Y tú, ¿has sonreído hoy?