Admiro a la gente que se esfuerza por hacer lo que le gusta en la vida, independientemente de que lo consigan o no. Pero admiro mucho más a los que en su afán por realizar sus sueños hacen felices a más gente, aquellos que entienden que el fin último del ser humano no es otro que el de ser feliz y hacer feliz a los demás. Algo tan simple y tan difícil al mismo tiempo.
Lamentablemente, por regla general sólo tendemos a tomar consciencia de ello tras pasar por alguna situación traumática o bastante complicada en nuestra vida, y eso es una pena. Ayer descubrí la historia de una persona que dedica su vida a intentar ayudar a la gente a través de su música, y la verdad es que me impresionó sobremanera. Seguramente su vida y su propia perspectiva de las cosas estén tremendamente influenciadas por la infancia que le tocó vivir, pero no creo que sea necesario sufrir un derrame cerebral a los 11 años y convertirse 12 años después en nº1 de la lista de discos más vendidos del Reino Unido para llegar a ver las cosas con esta perspectiva. Todos sabemos que lo único que queremos al fin y al cabo es disfrutar de la vida y ser felices, sólo que a veces nos despistamos con nuestro trabajo, nuestros estudios o tratando de prevenir nuestros propios miedos o preocupaciones, es inevitable. Recapacitemos un poco de vez en cuando, que nunca está de más.
Está claro que a veces las cosas nos asustan, nos desconciertan o nos generan incertidumbre, sobre todo cuando suponen un cambio en nuestra vida, y eso puede provocar una cierta inseguridad en nosotros mismos e incluso en las personas más cercanas de nuestro entorno. Pero no debemos olvidar que los cambios muchas veces son para bien y, sobre todo cuando llegan a raíz de nuestro propio esfuerzo seguro que a la larga nos generarán una gran satisfacción personal. Por eso, sé que dentro de un tiempo estaremos celebrando ese nuevo trabajo que empieza en una nueva empresa, o la firma de ese contrato de alquiler que nos asusta porque es algo nuevo y desconocido, pero que sabemos que nos va a proporcionar una mucho mejor calidad de vida. De eso no me cabe duda.
Yo también tengo mis propios gustos y propósitos en la vida, faltaría más, pero es cierto que algunos de ellos vienen condicionados por otros factores y aún debo pelear un poco más de tiempo para conseguirlos. De momento, esta misma noche de hecho, me voy a dedicar a satisfacer mis deseos más básicos y primarios (que no por ello menos placenteros) a golpe de buen jamón, vino tinto y la mejor compañía posible en la noche de hoy (no voy a negar que me gustaría contar con alguna presencia imposible esta noche), que seguro que eso, en vista de los resultados obtenidos en ocasiones anteriores, nos proporciona a todos un poquito más de felicidad...
Y tú, ¿has sonreído hoy?