Hoy no escribo para hablar de mí, aunque pudiera hacerlo perfectamente si sólo nos fijamos en el tiempo vivido. Hoy escribo para hablar de un ser muy querido para mí (de los que más) que vuelve a casa.
A veces en la vida una decisión lo cambia todo. El mundo que te rodea, en el que vives y el que has ido creando durante toda tu vida, no sin esfuerzo, se te pone en entredicho de la noche a la mañana y sin verlo venir, y lo peor de todo es que no puedes hacer nada para evitarlo. Cuando eso sucede te alteras, piensas rápido y tomas decisiones con el corazón que más tarde descartas con la cabeza, pero lo cierto es que en prácticamente todos los aspectos importantes de la vida el corazón es el que manda, y donde el corazón manda pocas veces se equivoca. A pesar de todo hay que ser consecuente con las decisiones que cada uno toma, y cuando lo eres a menudo llegas a puntos de no retorno. Aceptar y asumir las decisiones ajenas no difiere en gran medida de esto último, y por tanto, aceptar y asumir sus consecuencias es de ley. Quizá me equivoque al pensar que ciertas cosas estan claras desde el primer momento, pero me sorprendería en este caso, cuando se siembra una semilla casi siempre crece algo, y qué será lo que crezca a veces está claro desde el primer momento.
Han pasado varios años desde el día en que se plantó aquella semilla que hizo tambalearse los cimientos de dos vidas que parecían una sola por momentos, y el resultado de aquello no es otro que el que hoy nos ocupa. No quiero entrar a valorar el acierto o yerro de las decisiones pasadas, porque no me compete ni sería justo, ya que nadie es pleno conocedor de los motivos y razones que llevan a cada cual a a tomar sus propias decisiones.
Lo cierto es que hoy me encuentro con mi querido amigo bardo cantando canciones de alivio del corazón fundidos en un cálido abrazo tras un largo camino recorrido lleno de incertidumbres, y no decir que eso me hace feliz sería faltar a la verdad. Lo cierto es que en este momento todo empieza de nuevo para dos personas que lo compartieron todo en sus vidas, y eso da un vértigo tremendo que asusta de sólo pensarlo. Lo cierto es que aunque mi corazón está plenamente decantado hacia este lado, a ambos les deseo lo mejor en la vida.
Oportunidades para empezar de cero en la vida no hay muchas, y este sólo es el punto de partida de una nueva vida, un nuevo principio, una nueva oportunidad para ser feliz.
Y tú, ¿has sonreído hoy?
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