Para muchos Nuggets sólo es el nombre de una comida. De una comida bastante pobre desde el punto de vista nutritivo, además. Y he de admitir que también lo era para mí hasta hace más o menos un mes.
Pero a veces, sin verlo venir en absoluto, una noche absurda y una broma inocente se convierten en un punto de inflexión en tu vida; todo cambia al día siguiente poco antes del amanecer y te toca reinventarte forzosamente, salir adelante a pesar del dolor físico y emocional y buscar una manera de continuar, de expiar tus pecados y tus cagadas y seguir mirando hacia adelante pese a todo. Y entonces te das cuenta de que aquellos nuggets que te comiste la noche anterior no fueron sólo una cena más.
Nuggets siempre estuvo allí esperándonos. Fue paciente, fiel e incapaz de tener nunca un mal gesto con nadie, ni siquiera con esas personas que, aun tratando de hacerlo por su bien, le herían sin querer. Nunca se quejó, pobre mío.
Fuiste la luz que necesitábamos para salir del túnel Nuggets, gracias por ello. Apareciste en el momento justo para salvarnos. Qué digo, aguantaste lo inaguantable para salvarnos, y nosotros no supimos verlo. Perdónanos, por favor. No quiero pensar lo mal que lo pasaste, querido amigo. Pero ni siquiera al final te quejaste, qué va. Nos diste una lección de vida como no se recuerdan: fue una clase magistral de amor a unos seres desconocidos sólo porque decidiste confiar en nosotros, y una lección de bondad en estado puro. Gracias por enseñarnos tanto en tan poco tiempo. Intentamos lo imposible, querido Nuggets, pero no se pudo. Lo siento.
Yo personalmente nunca te olvidaré, y sé que no seré el único. Gracias por regalarnos 7 días de mal aliento y babas, fue uno de los regalos más bonitos que me han hecho en mi vida. Gracias Nuggets, gracias de verdad. Espéranos junto a tu hermana allá donde estés, y cuidaos el uno al otro hasta que lleguemos con una latita de atún bien rica para vosotros. Pero no tengas prisa, por favor, tenemos muchas cosas que resolver antes de vernos de nuevo.
Hasta siempre Nuggets. Gracias por la lección de vida que nos diste, y por esforzarte como lo hiciste para llenar un hueco tan grande de una forma tan perfecta en tan poco tiempo, pese a todo. Ojalá todo hubiera sido distinto.
Y tú, ¿has sonreído hoy?