Prácticamente ya es verano, y en verano las noches desprenden una magia especial. Y aunque astronómicamente aún no lo sea (aún debemos esperar al solsticio de verano para ello), la verdad es que ya se respira ese airecillo veraniego en el ambiente.
En una de sus noches mágicas, Shakespeare tuvo un sueño. Yo personalmente he tenido muchos. He vivido experiencias inolvidables junto a personas maravillosas, hemos vuelto a casa llenos de arena, nos han pasado cosas increíbles y hasta hemos comido flores. ¿De verdad no creéis que algo de mágico debe haber en todo eso? Yo creo firmemente que sí. Siento que sí. Y por eso me encanta el verano. Y con él sus noches.
Quizá sea porque en verano las noches son más cortas y las cosas han de pasar más rápido y con más intensidad para que puedan caber todas en una sola noche. Quizá por eso se nos hace de día tan a menudo mientras las disfrutamos. O quizá sea por ese calor mediterráneo que lo envuelve todo y nos invita a disfrutarlas hasta el amanecer. O por su humedad pegajosa que te invita a zambullirte en el mar a cualquier hora del día o de la noche, aunque sea de madrugada y hayas bebido más de la cuenta. O tal vez porque nací en Valencia un siete de Agosto y lo llevo en la sangre. No lo sé. La cuestión es que cada año me siento bien cuando llegan, y ya por fin están aquí.
Estamos en 2012, año mágico lleno de noches mágicas, así que no se me ocurre un mejor momento que este para disfrutar de la vida. Solo o en multitud, tumbado en la arena de la playa o saltando al agua en la piscina, leyendo a la luz de la Luna o viendo una buena película en la mejor de las compañías. Cualquiera que sea la elección será perfecta. Porque amigos, estamos en verano. Y en verano, sobre todo cuando la magia de sus noches nos rodea, cualquier cosa puede pasar.
Y tú, ¿has sonreído hoy?